El Ermitaño representa el camino que cada uno de nosotros toma para construir su propia identidad e individualidad, sin tomar como referencia a otros que pertenecen a un grupo o una clase social definida. El Ermitaño es una figura sabia y conocedora, pero a diferencia del Papa, no tiene identidad social ni autoridad jerárquica: su identidad se establece sólo a través de la relación consigo mismo, porque se ha distanciado del mundo que lo rodea.

El ermitaño simboliza al buscador, en contraste con la figura del creyente en el Papa. Como buscador, quiere descubrir la verdad y está dispuesto a cuestionar sus certezas. En este caso, el viaje es más importante que el destino, porque el proceso de maduración interior es lento y casi interminable. Las cualidades que caracterizan al ermitaño son la constancia y la perseverancia en la investigación, no la rapidez e inmediatez del resultado propias del carro.

La carta del Ermitaño nos invita a calmarnos y pensar sin prisas, a analizar todas las soluciones posibles y a considerar seguir consejos, especialmente si estos consejos nos han dado una nueva perspectiva de la situación y nos han permitido pensar nuevas formas de pensar sobre este tema. .

Como su nombre indica, el Ermitaño nos invita a la introspección, a la soledad y a retirarnos de la vida social para apagar el ruido de fondo y poder reflexionar sobre nuestros pensamientos y sentimientos para poder encontrarlos y comprenderlos. A algunos les resulta difícil sentirse bien solos, pero los introvertidos pueden afrontar el riesgo opuesto. es decir, aislarse y revolcarse en la soledad y, en última instancia, llegar a los límites de la misantropía.